• Pueblos indígenas en Etiopía

    Pueblos indígenas en Etiopía

    Etiopía es el hogar de una gran diversidad de personas que hablan más de 80 idiomas. Aún así, Etiopía no tiene legislación que proteja o aborde los derechos de los pueblos indígenas.

El Mundo Indígena 2021: Etiopía

Los pueblos indígenas de Etiopía constituyen una proporción importante de la población del país, estimada en 110 millones de personas. Alrededor del 15% son pastores y agricultores sedentarios que viven por todo el país, pero sobre todo en las tierras bajas, que constituyen alrededor del 61% de la superficie total de Etiopía. También hay varias comunidades de cazadores-recolectores que viven en la región de Gambella, como los pueblos Majang (Majengir) y Anuak que habitan en los bosques.

Se cree que Etiopía cuenta con la mayor cantidad de ganado en África, de la cual un número importante está en manos de comunidades de pastores que viven en tierras que en los últimos años han sido objeto de una gran demanda por parte de inversionistas extranjeros. Este “acaparamiento de tierras” no ha hecho más que acentuar la ya frágil situación política y económica de los pueblos indígenas en Etiopía. El acceso de estos pueblos a la asistencia sanitaria y a la educación primaria y secundaria sigue siendo muy insuficiente.

Según la Constitución etíope de 1995, la tierra es propiedad del Estado y de los pueblos de Etiopía y no puede venderse ni intercambiarse. La Constitución garantiza los derechos de los pastores a la tierra libre para el pastoreo y el cultivo, así como el derecho a no ser desplazados de sus propias tierras. La aplicación de estas disposiciones constitucionales debe determinarse por ley. No existe una legislación nacional que proteja a los pueblos indígenas, y Etiopía no ha ratificado el Convenio 169 de la OIT ni estuvo presente durante la votación de la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI). La incertidumbre política y las calamidades naturales ocurridas en Etiopía en los últimos años han agravado los problemas a los que se enfrentan los pueblos indígenas.

Desde la transición política de abril de 2018, que vio ascender al poder al primer ministro Abiy Ahmed, Etiopía ha vivido cambios a una velocidad vertiginosa. Su ascenso al poder fue recibido mayoritariamente con euforia y optimismo, seguido de un torbellino de reformas que incluyeron la liberación de presos políticos y periodistas, el regreso de activistas y disidentes políticos al país, la modificación y la derogación de legislación draconiana existente, la reforma de delegaciones e instituciones gubernamentales notoriamente disfuncionales, y un acercamiento a la vecina Eritrea.

Paradójicamente, en los últimos tres años también se han presenciado asesinatos de altos funcionarios gubernamentales y militares, además de niveles de conflicto interno y agitación sin precedentes. En 2020 se redujo el espacio político del país con la detención de figuras de la oposición política y periodistas, el abierto desprecio por el Estado de derecho por parte de algunos agentes estatales, la continua agitación y el estallido del conflicto entre el Gobierno Federal y el Estado Regional de Tigray a principios de noviembre.

En esta mezcla de avances y retrocesos, las comunidades indígenas se encuentran en un entorno político sumamente incierto, que repercute directa e indirectamente en sus medios de vida y su supervivencia.

Los pueblos indígenas en el contexto de la situación política actual

En el acalorado debate y discurso político en curso sobre el pasado, el presente y el futuro del país, la cuestión de los pueblos indígenas brilla por su ausencia. Los políticos, los expertos en políticas, los académicos y los activistas, que a menudo representan los intereses de los grupos principales y más grandes y que han abrogado y monopolizado la responsabilidad de hablar en nombre de las masas, parecen haberse olvidado convenientemente de las comunidades más marginadas y oprimidas del país o no se preocupan por ellas. Esto ocurre a pesar de que la mayoría de los debates en curso giran en torno a las injusticias, la discriminación y la marginación, temas que se ha convertido en motores de la causa de los pueblos indígenas. Esto es quizá un indicio de que las élites del país son ajenas a la deplorable situación de estas comunidades y, por ello, su diversidad y la convivencia, siguen debatiéndose en el contexto de los pesos pesados de la política y entre ellos.

Con la transición política de abril de 2018 y las consiguientes reformas, muchos esperaban que las injusticias contra los pueblos indígenas y sus territorios se abordaran y se repararan. En contra de estas expectativas y esperanzas, con la excepción de unos pocos casos en los que se cancelaron los contratos de inversores que no cultivaron las tierras que habían arrendado, se ha mantenido el statu quo, dejando a muchos pastores ⸺sobre todo en los estados regionales de SNNPR (Región de las Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur) y Gambella⸺ sin tierras y desplazados.[1] Aún más preocupantes son los informes sobre el continuo acoso e intimidación de las comunidades indígenas por parte del Estado. A finales de 2019, se denunciaron detenciones arbitrarias y abusos contra las comunidades Bodi y Mursi del valle del Bajo Omo por parte de las fuerzas de seguridad,[2] y un año después el gobierno aún no ha abordado ni investigado oficialmente este asunto.

En este sentido, el Consejo Consultivo de Asuntos Legales y de Justicia, un organismo independiente de profesionales del derecho bajo los auspicios de la Oficina del fiscal general, está realizando una labor encomiable al encabezar la reforma del sistema judicial y legal. Sin embargo, hasta ahora el consejo ha evitado discutir o incluso considerar la cuestión de los pueblos indígenas como parte de la reforma jurídica en curso.[3]

Evolución de las políticas

En una medida loable, el Consejo de Ministros adoptó en febrero un proyecto de política sobre pastoreo elaborado por el Ministerio de Paz. Al parecer, también se celebraron varias consultas antes de su adopción, aunque no se sabe si se consultó a las comunidades afectadas. Dado que la política aún no se ha hecho pública y su aplicación no ha comenzado, no es posible comentar su contenido ni su importancia práctica para la vida y el sistema de subsistencia de los pastores.

En el plano económico, en un claro alejamiento del gobierno anterior, el actual ha emprendido una política de liberalización. De esta forma, está abriendo la economía mediante la privatización de una serie de sectores económicos y financieros. A raíz de esto, se han llevado a cabo algunas consultas, aunque limitadas a las élites urbanas que, huelga decir, representan una proporción significativamente pequeña de la población del país. Además, las políticas y proyectos económicos de la nueva administración parecen estar centrados en las ciudades. Por ejemplo, en los últimos dos años y medio se han puesto en marcha megaproyectos multimillonarios destinados a embellecer los centros urbanos, principalmente la capital, Adís Abeba. También se están gastando importantes cantidades de dinero en la renovación de las oficinas y locales del gobierno. Si bien estos proyectos contribuyen a cambiar la imagen de las ciudades y pueblos, habría que dar prioridad a la transformación de la economía rural por dos razones de peso. En primer lugar, la economía del país se basa predominantemente en la agricultura y el pastoreo. En segundo lugar, más del 85% de la población vive en zonas rurales.

Una política encomiable de la actual administración que tendrá un impacto positivo en las vidas y los medios de subsistencia de las comunidades indígenas es la iniciativa Green Legacy (Legado Verde). Lanzada en 2019 por el primer ministro Abiy Ahmed, la iniciativa forma parte del plan del gobierno de plantar 20.000 millones de plántulas para 2024. El gobierno está llevando a cabo de forma agresiva la política del Legado Verde mediante la apertura de parques urbanos y centros recreativos, además de dedicar tiempo, dinero y recursos a la plantación de plántulas en todo el país.[4] Si se lleva a cabo fielmente, este esfuerzo de reforestación contribuirá a mitigar los efectos adversos de la deforestación y el cambio climático que afectan de forma desproporcionada a las comunidades de pastores y cazadores-recolectores.

Impacto de la agitación política y los conflictos en los pueblos indígenas

El prolongado e intratable conflicto entre las comunidades Afar e Issasomalí, que había remitido durante algún tiempo, resurgió en diciembre de 2018 y ha continuado hasta la fecha.[5] A lo largo de 2020, se cree que más de 150 afars y somalíes han muerto, decenas más han resultado heridos y se han destruido propiedades como resultado de los enfrentamientos entre estas dos comunidades indígenas. La causa de los enfrentamientos es una disputa por tierras de pastoreo, así como por el reclamo de tres kebeles (pueblos) que fueron entregados a la región de Afar a raíz de un acuerdo de 2014.[6]

La situación en Guji y Gedeo sigue siendo incierta, aunque casi todos los desplazados internos del conflicto de 2018 entre ambas comunidades, han regresado ya a sus hogares. El conflicto podría empeorar en cualquier momento si no se abordan las causas originales.[7]

En el norte, desde el estallido del conflicto a principios de noviembre entre las fuerzas federales y regionales de Tigray, casi 54.000 personas han sido desplazadas a Sudán (hasta el 26 de diciembre), y otros millones han sido desplazados internamente.[8] Aunque la información es escasa, los combates resultarán en un alto costo para el pueblo indígena Kunama que vive en la zona fronteriza entre Eritrea y Etiopía.

Confluencia de calamidades naturales

El 2020 ha sido uno de los años más duros y difíciles en Etiopía. Además de la prolongada y mutante agitación política, ea COVID-19, las inundaciones y un brote de langostas han creado una grave crisis humanitaria en el país. Las fuertes lluvias han provocado inundaciones que han causado la destrucción de cultivos, la pérdida de ganado y el desplazamiento de personas. Las nubes de langostas del desierto, que se multiplican, también han destruido los pastos y los cultivos, lo que ha provocado una mayor inseguridad alimentaria.

Impacto del COVID-19

El primer caso de COVID-19 se notificó a mediados de marzo de 2020 y, en las primeras semanas, se disponía de datos desglosados por regiones. Sin embargo, a medida que los casos empezaron a aumentar, el sistema sanitario se vio desbordado y ahora solo se notifican las cifras totales de nuevos casos, muertes y recuperaciones. Esto ha dificultado la obtención de datos fiables de fuentes oficiales sobre el impacto que la pandemia está teniendo en las comunidades indígenas que viven en diversos rincones del país.

Las bajas densidades de población comunes a las zonas de pastoreo podrían reducir la transmisibilidad, pero el movimiento inherente al pastoreo aumenta el contacto, incrementando así la propagación.[9] Además, los pastores suelen tener una salud deficiente en comparación con la media nacional, con afecciones agudas y crónicas preexistentes y una malnutrición generalizada que los expone a un mayor riesgo. Debido al limitado acceso a la atención médica, por ejemplo, los pastores de Etiopía reciben un tratamiento inadecuado para la tuberculosis, lo que aumenta su susceptibilidad al COVID-19.[10]

Además, las restricciones de movimiento debidas al COVID-19 afectan la lucha contra la langosta del desierto, la prevención y el control de enfermedades humanas y del ganado y la ayuda en caso de catástrofes. Muchas zonas de pastoreo en Etiopía también se han inundado debido a las fuertes lluvias y al desbordamiento de presas y ríos. El personal de apoyo a las emergencias, que viene de los centros de población a las zonas de pastoreo, actúa como fuente de infección, y las restricciones de movimiento limitan el apoyo a las emergencias.[11]

El cierre de los mercados de ganado en los primeros días de la pandemia afectó negativamente la seguridad alimentaria y los medios de vida, ya que los pastores necesitan vender animales para comprar alimentos y otros artículos básicos. El temor a contraer el virus también ha impedido a muchas mujeres pastoras acceder a los servicios esenciales de salud reproductiva y de otro tipo, lo que ha vuelto a tener un grave impacto en su bienestar. El problema se agrava aún más por la relativamente baja cantidad de instalaciones y profesionales sanitarios en las zonas habitadas por comunidades indígenas.[12]

Invasión de langostas del desierto

Las fuertes lluvias en muchas partes de Etiopía fomentaron el crecimiento de la vegetación, proporcionando condiciones ecológicas favorables para la reproducción de langostas del desierto. Esto ha provocado la peor invasión de langostas de los últimos 25 años. La plaga de langostas ha dañado unas 200.000 hectáreas de tierra desde enero.[13] Más de un millón de etíopes han sufrido pérdidas de cosechas debido a los brotes de langosta y la pérdida de cultivos y pastos ha contribuido a que se prevea que 11 millones de etíopes pasen hambre en la primera mitad de 2021.[14]

Las comunidades agropecuarias y pastoriles de las regiones de Somali, Oromia y Afar han sido las más afectadas debido a su inseguridad alimentaria preexistente. Los daños causados por la langosta del desierto también han disminuido la disponibilidad de pastos y ramoneo para el ganado, lo que reduce la productividad de sus animales.[15] Los informes indican que hasta 1.3 millones de hectáreas de pasto y ramoneo se vieron afectadas. Las comunidades estimaron una reducción del 61% de los pastos en la Región Somalí, del 59% en Afar, del 35% en SNNPR y del 31% en Oromia. Es probable que la venta de ganado haya mermado la capacidad de recuperación de los ganaderos, sobre todo en las regiones de Afar, Somalí y Oromia, donde se observó esta tendencia.[16]

Además, el conflicto en la región de Tigray del país dificultó los esfuerzos para controlar la invasión de langostas, a la vez que restringió el acceso a la ayuda humanitaria.[17]

Inundaciones

Las intensas lluvias que cayeron entre junio y septiembre de 2020 y el vertido de presas llenas en algunas zonas provocaron inundaciones y deslaves, desplazando a la población en varias partes del país.[18] Los informes indican que cerca de 1.017.854 personas resultaron afectadas y 292.863 desplazadas por las inundaciones en todo el país. Los desplazamientos se produjeron principalmente en las regiones de Somali, Oromia, Afar, SNNP y Gambella,[19] donde se encuentra la mayoría de los pueblos indígenas.

En la región de Gambella, además de las 12.096 personas afectadas por las inundaciones de julio de 2020, hubo al menos 7.136 personas afectadas por las inundaciones de 2019 que siguen dependiendo de la ayuda alimentaria de emergencia para sobrevivir. Además, 1.000 hectáreas de cultivos de maíz y sorgo resultaron dañadas por las inundaciones. Según los informes, las comunidades afectadas también padecen enfermedades, como neumonía y malaria. A su vez, 22 sistemas de abastecimiento de agua han resultado dañados en toda la zona afectada, lo que supone una carga adicional para las mujeres, que deben recorrer distancias más largas para ir a buscar agua.

Mientras tanto, en la región Somalí, las inundaciones del 4 de agosto afectaron a 34.974 personas. Las anteriores inundaciones en la región (abril de 2020) habían afectado a 404.172 personas. Más de 34.006 hectáreas de cultivo quedaron completamente destruidas y 10.739 cabezas de ganado murieron.

En el norte de Etiopía, las inundaciones fluviales y repentinas de julio y agosto de 2020 afectaron a 67.885 personas, incluidas 40.731 personas desplazadas en la región de Afar. También murieron unas 3.714 cabezas de ganado, lo que afectó aún más a la seguridad alimentaria de las comunidades de pastores de la zona.[20]

Debido a la escasa o nula atención prestada a los grupos indígenas numéricamente más pequeños del valle del Bajo Omo y de las zonas del oeste de Etiopía, junto con su inaccesibilidad, ha sido imposible obtener información sobre su situación y el impacto que la confluencia de desastres naturales y provocados por el hombre ha tenido en su bienestar y sus medios de vida. Este es otro amargo recordatorio de cómo estas comunidades están olvidadas y marginadas, y de cómo siguen viviendo en la periferia del Estado.

Samuel Tilahun Tessema es asesor jurídico superior del Enviado Especial de la IGAD para Sudán del Sur. Antes de incorporarse a la IGAD, trabajó en la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos en diferentes puestos durante más de nueve años.

 

Este artículo es parte de la 35ª edición de El Mundo Indígena, un resumen anual producido por IWGIA que sirve para documentar e informar sobre los desarrollos que han experimentado los pueblos indígenas. La foto de la publicación muestra el bloqueo que la comunidad indígena de Kawemhakan, Surinam hizo en su pista de aterrizaje para evitar que los forasteros llegaran a sus aldeas y que trajeran el virus de la COVID-19 con ellos. Fotografiada por la fundación Mulokot en Kawemhakan, es la portada del Mundo Indígena 2021 donde originalmente está escrito este artículo. Encuentra El Mundo Indígena 2021 completo aquí

 

Notas y referencias 

[1] Cochrane, Logan y Danielle D. Legault. “La carrera por la tierra y la inversión agrícola en Etiopía: lo que sabemos y lo que desconocemos” (The Rush for Land and Agricultural Investment in Ethiopia: What We Know and What We Are Missing). MDPI, 22 de mayo de 2020.

[2] Maisel, Naomi y Anuradha Mittal. “Mientras el etíope Abiy Ahmed recoge el Premio Nobel de la Paz, los abusos en el Valle del Bajo Omo deben ser abordados” (As Ethiopia’s Abiy Ahmed collect the Nobel Peace Prize, abuses in the Lower Omo Valley must be addressed). Lifegate, 10 de diciembre de 2019.

[3] Informes y planes de trabajo del Consejo Consultivo de Asuntos Jurídicos y de Justicia. Disponibles en http://ljaac.gov.et/ResourceCenter/index/2

[4] República Democrática Federal de Etiopía, Oficina del Primer Ministro. “Legado Verde” (Green Legacy). Disponible en https://pmo.gov.et/greenlegacy/  

[5] Yasin, Abubeker. “Entre la esperanza y la desesperación: reflexiones sobre la actualidad política en Afar”. En Etiopía a raíz de las reformas políticas (Between Hope and Despair: Reflections on the Current Political Developments in Afar, in Ethiopia in the Wake of Political Reforms), editado por Melaku Geboye Desta et al, 453. 2020.

[6] El Estado Regional Somalí se retiró del Acuerdo en 2019 alegando la falta de base constitucional del mismo, la falta de consulta a las poblaciones afectadas, la coacción y la mala fe. (Addis Standard. “Noticias: al menos 27 muertos en los enfrentamientos en la frontera entre las regiones de Afar y Somali” [News: at least 27 killed in the clashes in the border between Afar, Somali Regions]. 29 de octubre de 2020.https://addisstandard.com/news-at-least-27-killed-in-clashes-in-the-border-between-afar-somali-regions/). La población de Afar, por su parte, culpa al Gobierno Federal de ponerse del lado del Estado Regional Somalí y a los actuales dirigentes de la región de Afar de ser cómplices (véase la nota final 5).

[7] Varios factores han contribuido al conflicto y a las causalidades y desplazamientos resultantes. Sin embargo, las políticas de identidad, las reivindicaciones de marginación y dominación y la búsqueda de autogobierno han desempeñado un papel fundamental a la hora de generar tensiones y alimentar el conflicto entre estas dos comunidades.

[8] Programa Mundial de Alimentos (PMA) y Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna (FEWS Net). “Actualización de las perspectivas de seguridad alimentaria de Etiopía” (Ethiopia Food Security Outlook Update). Diciembre de 2020. Disponible en https://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/ETHIOPIA_FSOU_December%202020_Final.pdf

[9] Griffith, Evan F., et al. “La COVID-19 en contextos pastorales en el Gran Cuerno de África: Implicaciones y recomendaciones” (COVID-19 in pastoral contexts in the greater Horn of Africa: Implications and Recommendations). Pastoralism, 13 de octubre de 2020. Disponible en https://doi.org/10.1186/s13570-020-00178-x

[10] Ibid.

[11] Ibid.

[12] Ibid.

[13] “Etiopía lucha por suprimir la plaga de langostas del desierto” (Ethiopia struggles to suppress desert locust infestation). Aljazeera, 21 de octubre de 2020. Disponible en https://www.aljazeera.com/gallery/2020/10/21/in-picture-ethiopia-struggles-to-suppress-desert-locust-infestat

[14] “La inseguridad alimentaria y el conflicto deterioran la situación humanitaria de Etiopía” (Food insecurity, conflict deteriorate Ethiopia’s humanitarian situation). New Business Ethiopia, 21 de diciembre de 2020. Disponible en https://newbusinessethiopia.com/tragedy/food-insecurity-conflict-deteriorate-ethiopias-humanitarian-situation/?utm_source=ICPAC_NEWSLETTER&utm_campaign=86e60cf7da-EMAIL_CAMPAIGN_2019_02_25_06_47_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_0ea0a0abaf-86e60cf7da-

[15] ACAPS. “Nota informativa de ACAPS: las langostas en Etiopía” (ACAPS Briefing Note: Locusts in Ethiopia). 15 de noviembre de 2019. Disponible en https://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/20191115_acaps_briefing_note_locusts_in_ethiopia.pdf

[16] Respuesta humanitaria de la OCHA. “Impacto de la infestación de langostas del desierto en los medios de vida de los hogares y la seguridad alimentaria en Etiopía” (Impact of Desert Locust Infestation on Household Livelihoods and Food Security in Ethiopia). Joint Assessment Findings, abril de 2020. Disponible en https://www.humanitarianresponse.info/sites/www.humanitarianresponse.info/files/assessments/desert_locust_impact_assessment_report_for_ethiopia.pdf

[17] “La inseguridad alimentaria y el conflicto deterioran la situación humanitaria de Etiopía” (Food insecurity, conflict deteriorate Ethiopia’s humanitarian situation). New Business Ethiopia, 21 de diciembre de 2020. Disponible en https://newbusinessethiopia.com/tragedy/food-insecurity-conflict-deteriorate-ethiopias-humanitarian-situation/?utm_source=ICPAC_NEWSLETTER&utm_campaign=86e60cf7da-EMAIL_CAMPAIGN_2019_02_25_06_47_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_0ea0a0abaf-86e60cf7da-

[18] OCHA Relief Web. “Etiopía: Inundaciones - Actualización instantánea Nº 3, a partir del 18 de agosto de 2020” (Ethiopia: Floods - Flash Update Nº 3, as of 18 August 2020). Informe de situación, 18 de agosto de 2020. Disponible en https://reliefweb.int/report/ethiopia/ethiopia-floods-flash-update-no-3-18-august-2020

[19] Respuesta humanitaria de la OCHA. “Plan de respuesta a las inundaciones, Etiopía” (Flood Response Plan, Ethiopia). Inundaciones de la estación de Kiremt, septiembre de 2020. Disponible en https://www.humanitarianresponse.info/sites/www.humanitarianresponse.info/files/documents/files/ethiopia_-_flood_emergency_response_plan_for_2020_kiremt_season_16_sep_2020.pdf

[20] Respuesta humanitaria de la OCHA. “Gobierno conjunto - Socios humanitarios

Plan Nacional de Contingencia de Inundaciones” (Joint Government – Humanitarian Partners

National Flood Contingency Plan). Estación de Kiremt, junio de 2020. Disponible en https://www.humanitarianresponse.info/sites/www.humanitarianresponse.info/files/documents/files/flood_contigency_plan_june_2020.pdf               

 

Etiquetas: Gobernanza Global, Derechos Humanos

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