En el pueblo de Rurrenabaque, los jueces agroambientales y las autoridades indígenas, originarias y campesinas se reunieron durante dos días para mejorar la coordinación y discutir los mecanismos para el ejercicio de la justicia. El eje del debate estuvo puesto en las amenazas que viven los territorios amazónicos: la deforestación de los bosques, la contaminación de los ríos con mercurio y la disputa de la tierra entre campesinos e indígenas. A más de 15 años de la sanción de la Constitución Política del Estado, las jurisdicciones indígena y agroambiental encuentran obstáculos, pero siguen a la vanguardia de la escena internacional.
Lola García-Alix es asesora principal del Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA) sobre Gobernanza Global y desde la primera sesión del Foro Permanente de la ONU para las Cuestiones Indígenas en 2002 ha dado seguimiento a todas sus sesiones anuales. La especialista explica que las sesiones del Foro cumplen un importante papel como caja de resonancia, llamando la atención de la comunidad internacional sobre la situación de los pueblos indígenas del mundo y, a su vez, es un instrumento de los pueblos indígenas para dialogar y reivindicar que los Estados aseguren el respeto y protección de sus derechos. En relación con el tema principal de la sesión de este año, Lola señala que todas las intervenciones de los pueblos indígenas sostuvieron que no existe una separación entre la salud humana y la salud planetaria, sin una buena salud de los territorios no se puede puede hablar de salud de los pueblos indígenas. También celebra el aumento de la participación de las mujeres y los jóvenes indígenas en reuniones como la del Foro Permanente.
Esese era una niña en brazos cuando su familia fue capturada durante los años ‘60. Hoy es la última sobreviviente del pueblo Karara. Su destino y el de sus familiares estuvo marcado por el desarrollo de la producción de caucho, la caza furtiva, la minería de hierro y la instalación de hidroeléctricas. Al despojo territorial, se sumó la epidemia de malaria traída a la Amazonía por los trabajadores. Desarraigada de su territorio en el Río Carará, Esese deambuló por aldeas, pueblos y ciudades sin acostumbrarse a vivir en ningún lugar.
Alrededor de 12 comunidades indígenas del pueblo Tsimane ubicadas en la región de Yucumo se encuentran en peligro de extinción por la invasión de colonizadores, la deforestación y las quemas de sus viviendas. Mientras son despojados de sus tierras tradicionales, los tsimanes son discriminados y tienen serias dificultades para acceder a la justicia. Ante la mirada cómplice del Estado Plurinacional de Bolivia, la violencia, las amenazas y el miedo son moneda corriente.
El hostigamiento colonial contra los sobrevivientes del pueblo Avá-Canoeiro, más conocido como Ãwa, sigue vigente. Un nuevo fallo judicial ha reducido su territorio y obligó al pueblo a vivir en áreas inundables y sin acceso al río Javaés. El conflicto se complejiza aún más dada la existencia de un asentamiento de familias campesinas creado durante la década de 1990 por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria.
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