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El vivir bien o sabroso en Colombia: una alternativa al trauma colectivo que viven los pueblos étnico-territoriales

POR MARCELA VELASCO PARA DEBATES INDÍGENAS

El largo conflicto armado ha dejado cicatrices psicológicas, físicas y comunitarias en la mayoría de los colombianos. Frente a esta realidad traumática, la filosofía del “vivir sabroso” ofrece al resto de los colombianos una nueva visión de vida para el país. Este sentipensar de los pueblos indígenas y afrodescendientes está ayudando a replantear la narrativa sobre cómo imaginamos la nación.

Foto de portada: Bahía Málaga. Foto: Albeiro Palma para Jenzera

Colombia atraviesa momentos trascendentales en el replanteamiento de la narrativa con la que imaginamos la nación. En el centro de esta reflexión están las visiones de los pueblos étnico-territoriales, como los pueblos indígenas y afrodescendientes, cuyas identidades están marcadas por relaciones interculturales, ambientales y socioeconómicas en armonía con la tierra y la comunidad. El Pacífico colombiano es el lugar que mejor representa este modo de vida intercultural que caracteriza a los pueblos colonizados.

Dos eventos significativos están revalorando la representación de la nación colombiana. En primer lugar, la consigna de la Vicepresidenta electa, Francia Márquez, de “vivir sabroso” que les ofrece a los colombianos una forma de pensar la existencia que es propia de los pueblos étnico-territoriales, cuyas luchas ella también lidera. En segundo lugar, el Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición que dimensionó el impacto devastador que ha tenido la guerra en los cuerpos, emociones y territorios de los colombianos.

Por un lado, los pueblos afrodescendientes le ofrecen al resto de los colombianos una nueva cosmovisión para pensar la vida y salir de la crisis política y civilizatoria que atraviesa al país. Por otro lado, la Comisión nos deja un testimonio de la barbarie que ha sido la violencia sociopolítica y documenta lo que no debemos olvidar, ignorar o repetir. Ambas visiones deben ser entendidas como parte de un mismo proceso: el trauma colectivo que vive Colombia.

IWGIA DebatesIndigenas Colombia Agosto2022 2Levantando la consigna del vivir sabroso, Francia Márquez representa la propuesta de los pueblos étnico-territoriales para salir de la crisis que atraviesa Colombia. Foto: Mariana Reina

El proceso del trauma

El trauma es un padecimiento psicosocial causado por eventos que amenazan la vida o el sentido de bienestar de una persona o un grupo, y que dejan cicatrices psicológicas, físicas o comunitarias permanentes. Para entender por qué ciertos eventos dañinos causan trauma y otros no, es importante ver el trauma como parte de un proceso compuesto por diferentes fases.  El sociólogo Jeffrey Alexander propone entender el trauma como parte de un proceso. Este proceso empieza con un evento dañino, que en el caso de los pueblos étnico-territoriales resulta de una historia de violencia y despojo territorial, se intensifica con la expansión violenta de las fronteras capitalistas y estatales, y se encarniza en la destrucción de los lazos comunitarios que históricamente sostuvieron las formas alternativas de vida.

Según el especialista Bessel Van Der Kolk, la reacción psicológica a una realidad tan angustiante que reduce la autonomía individual y colectiva es el aislamiento social y la dificultad de encontrar palabras que describan el evento. A pesar de esto, las víctimas sienten una fuerte necesidad de reconectarse socialmente y formar comunidad. Si muchos individuos de una colectividad sufren el mismo daño psicológico, se produce una crisis social caracterizada por la desconfianza, el temor y la desesperación.

En esta fase del proceso de trauma pueden surgir nuevas representaciones públicas, normalmente divulgadas por voceros de la colectividad como líderes, pensadores o autoridades. Estas personalidades identifican el trauma y lo representan valiéndose de símbolos y significados que reflejan los valores culturales o las ideas que predominan en la comunidad. Es a partir de esta fase que puede surgir la imagen de una colectividad unida a partir de una visión emocional del mundo. Para la socióloga Marina Ariza, esta visión emocional puede representar un nuevo sentido de identidad y solidaridad que hace posible la reconstrucción de la política. La idea del vivir bien o sabroso es un ejemplo de esto.

Como líder de las luchas socioambientales del occidente colombiano, Francia Márquez ha ubicado en el panorama nacional las aspiraciones de los pueblos étnico-territoriales de vivir “una buena vida” o “vivir sabroso” en sus territorios.  Comparable al quechua “sumak kwasay” o vivir bien o en abundancia, el “vivir sabroso” es una filosofía de vida de los grupos étnicos de las Américas. Los investigadores Ángela Mena y Yeison Meneses explican que esta filosofía representa la cosmovisión de las comunidades negras del Pacífico: “Un modelo organizativo espiritual, social, económico, político y cultural en armonía con el medio ambiente, la naturaleza y las personas”. Este sentipensar afrocolombiano ha sido desarrollado en diálogo con las filosofías africanas y amerindias como reacción a las políticas que destruyen sus tierras.

Los territorios étnicos como comunidades afectivas

En un informe sobre resistencia y adaptación en el Pacífico colombiano realizado junto a la Escuela Interétnica de Nuevos Líderes del Pacífico, el Colectivo Jenzera presentó, en 2021, una serie de entrevistas realizadas en comunidades indígenas y afrocolombianas de la zona rural de Buenaventura y Valle del Cauca. Los testimonios evidencian el sufrimiento causado por la vulneración de valores ancestrales, el deterioro de las relaciones comunitarias y la devastación de los bienes comunes que sostuvieron una generosa economía tradicional que propició la recuperación demográfica y cultural de pueblos devastados por la colonización. Esto demuestra la presencia de un trauma colectivo y la existencia de una comunidad afectiva en el Pacífico que se identifica emocional y políticamente con la tierra. Además, los testimonios comparten una visión general del territorio como espacio de vida, cultura, autonomía y libertad.

A continuación, compartimos testimonios brindados durante algunas de las entrevistas que aparecen en el informe de personas de comunidades indígenas y afrocolombianas, casi todas de la zona rural de Buenaventura, Valle del Cauca, en el Pacífico.

Para los indígenas “el territorio es un ser vivo. Es nuestra madre tierra: en ella habitamos los grupos étnicos y tiene un valor muy importante para nosotros los indígenas pues en ella vivimos y cultivamos nuestro pancoger; el territorio es vida y armonía con nuestra naturaleza”. Es además “un espacio de reproducción y arraigo de los pueblos indígenas en donde se fortalecen las prácticas culturales, la lengua materna y las relaciones personales y principalmente el sentido de identidad con la madre tierra”. Y un “sitio sagrado lleno de conocimiento que hay entre el ser humano y la madre tierra y así cuidar nuestra cultura y vivir con dignidad y paz”.

Para los afrocolombianos el territorio “es el espacio de vida donde nosotros creamos y recreamos nuestra cultura de acuerdo con nuestra manera particular y distinta de ver el mundo y las cosas dentro de nuestro hábitat. En este espacio se da el ejercicio de la participación con autonomía, la opción propia, futura, como pueblo”. Y más notable aun, el territorio es un “legado que nos han dejado nuestros ancestros”.  Es “la salud, el trabajo, nuestra felicidad, el agua, la tierra, los ríos. Sin territorio no podemos vivir”.

En contraste con estas visiones afectivas del territorio como lugar de vida, las elites económicas y las autoridades políticas de Colombia desterritorializan a los pueblos indígenas y negros con el objetivo de expandir la frontera productiva y el desarrollo económico. Esta situación ha resultado en la obstrucción de las formas tradicionales de gobernanza y la destrucción de la naturaleza, lo cual desvaloriza el trabajo tradicional y despoja de derechos políticos y jurídicos a los pueblos étnico-territoriales. Aún peor, los grupos armados entran con impunidad y devastan los procesos comunitarios para acaparar recursos y controlar poblaciones.

IWGIA DebatesIndigenas Colombia Agosto2022 3Para los pueblos indígenas y afrocolombianos el territorio es un espacio de vida y un legado de los ancestros para tener salud, vida y felicidad. Resguardo Yu’zxicxkwe, celebración por el nacimiento del sol, desde la tulpa. Foto: José Sanabria para Jenzera

El vivir sabroso y el vivir bien: alternativas al trauma colectivo

El trauma es más que una dolencia psicológica. Tiene causas estructurales que incluyen el colonialismo, las jerarquías de clase y género, y las condiciones políticas que justifican el maltrato de categorías enteras de personas. Como respuesta a este maltrato, los grupos étnico-territoriales proponen el vivir bien o el vivir sabroso. En lugar de burlarse de esta visión, muchos colombianos y colombianas entendieron claramente el mensaje que les llegó desde los márgenes del país. Se vieron reflejados en esa misma historia de violencia y despojo que agota las capacidades para curar y prevenir más abusos. Y para vivir bien en uno de los países más biodiversos y complejos del mundo.

Tanto los líderes como las organizaciones políticas o gubernamentales que pueden perder o beneficiarse políticamente del trauma colectivo que afecta a los pueblos étnico-territoriales y a los colombianos en general, intentarán representar el problema para la colectividad. He ahí la importancia de la elección de Francia Márquez y de todo lo que representa.

Marcela Velasco es Profesora Asociada de Ciencia Política en Colorado State University y asesora del Colectivo de Trabajo Jenzera.

Etiquetas: Debates Indígenas

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